23/9/09

soy como una pluma cuando se desliza sobre el aire, de a ratos pienso y veo y pienso y vuelvo a ver. Viviría en cada uno de los detalles: el porqué del capullo de aquella flor en mi ventana, o del perfume que aquel día se convirtió en recuerdo.
Ocuparía mis ojos en el respaldo de una silla, en el botón de la valija o del mismo hilo que la bordea. Pronunciaría la B, la C o la D de dedal y dedo.
Perseguiría el recorrido de esa hormiga que levantó la hoja del árbol caído y que ahora seria sustento y bocado.
La gota que atraviesa mi paraguas y ese agujerito que la deja pasar, el azúcar que entra en la taza del té y el limón…, la tecla que emite sonido y la aguja, la aguja del reloj, la del tiempo umbral.

18/9/09

¿Quien no ha pasado por un episodio de paranoia cartesiana? ¿Quien nunca se ha puesto a escudriñar sonidos desde el otro lado de la pared? ¿Quien nunca se supo mirado, en plena oscuridad? ¿Quien nunca ha sido un poco paranoico? ¿Quien, a ver, quien? -A veces oigo voces en el interior de la letrina.

16/9/09

Pasos despreocupados

Entiendo el correr de los días, el pasar del tiempo, pero no pienso nunca en el futuro porque llega muy pronto. Hace un rato comprendí “que es de héroe sonreír cuando el corazón llora”, que nuevamente estoy contenta con lo que me toca, que pese a muchos obstáculos que se enfrentan en la vida cotidiana, soy una persona afortunada; porque el equilibro de esos incomparables jueves sobrepasan las ganas de levantarme y desbordar buen humor
¡que lindo es contagiarlo!
Jueves 9:45 p.m aproximadamente, calle Rodríguez peña; salgo de hacer lo que mas me gusta, me paro, miro, y en el medio de esa muchedumbre, una pareja de abuelos, pues que digo pareja, era una terna impecable.
Eran precisamente tres, si, tres, los miré desde la esquina, bien arreglados, muy elegantes, eso si, caminaban como si sus piernitas fueran el segundero de un reloj. Inexplicable lo que senti cuando el ochentón distinguido, con su fino y atractivo sobretodo echó una sonrisa, iba prendidito de dos viejecitas bien refinadas ambas muy sofisticadas. Eché una carcajada cuando contemplé sus zapatos, eran cómicos y saltones. La descripción la pude hacer en varios minutos antes que llagaran a cruzar por enfrente de mis ojos… el transito,era lento en ellos. Pude verme quizá reflejada en varios años, caminando por esas calles de la mano de un hombre y de una mujer que solo yo, tengo en mente.
No hay un jueves entonces, que esta admirable imagen falte por ese lugar…